LA COCINA, ¿ COCINAR O ALGO MAS?
Hace muchos, muchos años – a decir verdad, miles-, una noche
cualquiera, de cualquier época del año, una familia se sienta alrededor de un
fuego. El objetivo, preparar la cena para todos los miembros de la comunidad.
Conviene recordar lo extraordinario de los hechos ordinarios. Miles de
años más tarde, pudo ser anoche, alguien prepara con mimo, en su moderna
cocina, la cena que espera compartir con su familia; y, por qué no, con la que,
en otras ocasiones, espera deleitar a sus amigos.
Entre una y otra escena, han pasado miles de años; sin embargo, el
ritual y su esencia final se repiten. Pero miles de años dejan,
irremediablemente, la huella del cambio. Entonces, ¿qué es lo que ha
cambiado? Y ¿qué no?
Lo que ha cambiado es la “cocina”. Ha aparecido como habitación y la
lumbre de leña es sustituida, hoy en día, por sofisticados muebles y
electrodomésticos ultramodernos que permiten guisos exquisitos. Lo que no
ha cambiado es la función.
Distintas épocas, distintos lugares los elementos y las personas
cambian; sin embargo, el uso permanece.
Algo tiene que haber en su esencia que la haga eterna. El sustantivo
“cocina” pertenece a la familia del verbo “cocinar”. Pero ¿ese es el único
cometido de nuestra cocina, cocinar? La cocina no es solo el lugar donde
guisar, es también el sitio donde compartir, experimentar, crear, reunirse…
¡Haz memoria! Si te paras a pensarlo, seguro que encuentras, entre los cajones
de la memoria, más de un recuerdo que se desarrolla en una cocina.
Si nos anclamos en el espacio físico, el resto de los planteamientos
pueden parecer sujetos a lo sentimental. Al fin y al cabo, para los más
racionales la cocina será siempre un espacio, únicamente, físico y material. ¡El
mundo de lo material! En ninguna tienda de cocina nos preguntan por los
recuerdos que queremos crear cuando nos enseñan el muestrario de
encimeras. No pasa nada, para eso estamos aquí.
Empecemos por el principio para avanzar paso a paso. Una familia se
reúne. ¿Lugar? Alrededor de un fuego. ¿Objetivo? Preparar la cena, por
ejemplo. El “fuego” – fogata- es lo que los historiadores consideran como la
primera cocina. Su historia muy larga, sin duda, la más extensa en el tiempo;
después aparecerían las cocinas económicas de gas y, hace tan solo unas
décadas, que se diseñan las cocinas eléctricas. Más recientes en el mercado
son la vitrocerámica y la placa de inducción.
Frente a los miles de años que ha estado entre nosotros el cocinado con leña o carbón; los últimos avances tecnológicos, también en materia de cocina, han avanzado a velocidad de vértigo. Aunque la memoria nos pueda
llevar a engaño, el poder del fuego sigue vigente. Es más, hoy en día, incluso,
se está reactivando su presencia: cocina lenta, tradicional (barbacoa, brasa,
puchero). Lo prehistórico adquiere carácter de modernidad.
Reducir la cocina al foco de calor, conlleva una simplificación errónea.
Ya los romanos introdujeron otros elementos en sus cocinas que procuraban
praxis y comodidad a la tarea de cocinar: alacenas, tinajas, lavaderos y hornos
de leña, supusieron un gran avance. En época mucho más moderna y en la
misma línea de progreso, ha sido gracias a la llegada de la electricidad a las
casas que hemos podido introducir otros elementos en nuestras cocinas
como son las neveras, lavavajillas, lavadoras, microondas, etc. que facilitan el
almacenaje, cocinado e higiene.
No obstante, hemos incidido desde el principio en una idea
transcendente al tema: la cocina no es solo el lugar donde se cocina. En esta
dirección, hemos comenzado resaltando un concepto: “Una familia se sienta
alrededor …” resaltando la noción implícita de reunión. La “cocina” era y es ese
lugar donde además de cocinar las personas se reunían, compartían.
Nuestro antepasado prehistórico, ya fuese por hambre, frio o necesidad,
se juntaba alrededor de este lugar sencillo; en base a piedras, palos y una
chispa creaba una relación entre las personas donde el fuego jugaba un papel
determinante. ¿Sabías que a pesar de la evolución en las casas y en los hábitos
sociales, en muchas culturas la cocina seguía siendo comunal? Tanto es así
que en algunos casos existe una sola cocina para un edificio entero. Individual
o comunal, la esencia ha sobrevivido miles de años; la función de la cocina de
hoy en día sigue siendo la misma. ¡Curioso ¿verdad?!
Por último, centrémonos en la segunda acepción: “para preparar la cena”. Cocina viene del verbo cocinar. ¡Esto está claro! Pero sería absurdo después de lo dicho, que nos limitásemos a eso. Lo repito, desde luego que en la cocina se cocina; pero no es su única función, por encima de este objetivo se encierra un componente emocional. En la cocina se cuida y mima el sentimiento. Un vínculo que se crea entre todos los miembros que comparten el espacio y que trasciende a muebles y electrodomésticos. Hablamos de aquello no se puede ni ver ni comprar: familia, amistad, complicidad, comunicación.
Las casas y las cocinas admiten infinitas variaciones estéticas y
prácticas. A estas alturas tenemos claro que no es lo físico lo único que
importa; la cocina es también el centro de lo existencial. De ese núcleo
extraemos lo esencial: que levante la mano el que no tenga algún recuerdo
especial en una cocina, el que sea: una tarde haciendo un bizcocho con su
abuela, una merienda especial, la creación de un plato rico… ¡Perdón, me he
puesto sensible!
Es verdad los hábitos de vida actuales distan mucho de los que tenían
nuestros antepasados prehistóricos. Vidas estresantes que nos roban tiempo
para cocinar; pero aun así y a pesar de las circunstancias, el acto de comer
sigue siendo un motivo de reunión: familiar, ceremonial, laboral… Para
hacernos la vida más fácil se abre en 1765 el primer restaurante, lo que nos
permite, aunque sea fuera de casa, seguir juntándonos para compartir.
¡Menos mal!
En 2018 los Hermanos Torres abrieron su nuevo restaurante. La cocina
está en mitad del comedor a la vista del todo el mundo y las mesas se
disponen alrededor. La idea surgió de un recuerdo de la infancia, en la cocina
de la casa de su abuela. ¿Veis? No solo yo me pongo sentimental. Cuando les
preguntaron sobre qué era lo que pretendían con este nuevo proyecto, ellos
no usaron la palabra cocinar. ¿Lo adivináis? Utilizaron los verbos recibir, acoger
y compartir para referirse a la experiencia que buscan.
Y ¿tú? ¿Le das a tu cocina el valor que se merece? ¿Qué palabras
describen su función? ¡Piénsalo! Y recuerda: ¡no, cocinar no vale!